Viernes, 1 de septiembre de 2017
Primera lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,1-8):
Por Cristo
Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para
agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las
instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere Dios de
vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual
controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por
la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto
nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga
todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida
impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no
desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 96,1.2b.5-6.10.11-12
R/. Alegraos,
justos, con el Señor
El Señor
reina, la tierra goza,
se alegran las
islas innumerables.
Justicia y
derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se
derriten como cera
ante el dueño
de toda la tierra;
los cielos
pregonan su justicia,
y todos los
pueblos contemplan su gloria. R/.
El Señor ama
al que aborrece el mal,
protege la
vida de sus fieles
y los libra de
los malvados. R/.
Amanece la luz
para el justo,
y la alegría
para los rectos de corazón.
Alegraos,
justos, con el Señor,
celebrad su
santo nombre. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los
cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al
esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar
las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas
de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a
recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron
a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un
poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas
contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor
es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo,
llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de
bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas,
diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo
aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la
hora.»
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