Martes de la vigésima
qunita semana del tiempo ordinario
Libro de los Proverbios
21,1-6.10-13.
El corazón del
rey es una corriente de agua en manos del Señor: él lo dirige hacia donde
quiere.
Al hombre le
parece que todo su camino es recto, pero el Señor pesa los corazones.
Practicar la
justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios.
Los ojos
altaneros, el corazón arrogante, la luz de los malvados: todo eso es pecado.
Los proyectos
del hombre laborioso son pura ganancia, el que se precipita acaba en la
indigencia.
Tesoros
adquiridos con engaños son ilusión fugaz de los que buscan la muerte.
El alma del
malvado desea el mal, él no se apiada de su prójimo.
El simple se
hace sabio cuando se castiga al insolente, y asimila la ciencia cuando se
instruye al sabio.
El justo
observa la casa del malvado, y precipita en la desgracia a los malos.
El que cierra
los oídos al clamor del débil llamará y no se le responderá.
Salmo 119(118),1.27.30.34.35.44.
Felices los
que van por un camino intachable,
los que siguen
la ley del Señor,
Instrúyeme en
el camino de tus leyes,
y yo meditaré
tus maravillas.
Elegí el
camino de la verdad,
puse tus
decretos delante de mí.
Instrúyeme,
para que observe tu ley
y la cumpla de
todo corazón.
Condúceme por
la senda de tus mandamientos,
porque en ella
tengo puesta mi alegría.
Yo cumpliré
fielmente tu ley:
lo haré
siempre, eternamente.
Evangelio según San Lucas
8,19-21.
Su madre y sus
hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le
anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren
verte".
Pero él les
respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de
Dios y la practican".
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