Lunes, 10 de julio de 2017
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (28,10-22a):
En aquellos
días, Jacob salió de Berseba en dirección a Jarán. Casualmente llegó a un lugar
y se quedó allí a pernoctar, porque ya se había puesto el sol. Cogió de allí
mismo una piedra, se la colocó a guisa de almohada y se echó a dormir en aquel
lugar. Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba
el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella.
El Señor
estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán
y el Dios de Isaac. La tierra sobre la que estás acostado, te la daré a ti y a
tu descendencia. Tu descendencia se multiplicará como el polvo de la tierra, y
ocuparás el oriente y el occidente, el norte y el sur; y todas las naciones del
mundo se llamarán benditas por causa tuya y de tu descendencia. Yo estoy
contigo; yo te guardaré dondequiera que vayas, y te volveré a esta tierra y no
te abandonaré hasta que cumpla lo que he prometido.»
Cuando Jacob
despertó, dijo: «Realmente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.»
Y,
sobrecogido, añadió: «Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios y
la puerta del cielo.»
Jacob se
levantó de madrugada, tomó la piedra que le había servido de almohada, la
levantó como estela y derramó aceite por encima. Y llamó a aquel lugar «Casa de
Dios»; antes la ciudad se llamaba Luz.
Jacob hizo un
voto, diciendo: «Si Dios está conmigo y me guarda en el camino que estoy
haciendo, si me da pan para comer y vestidos para cubrirme, si vuelvo sano y
salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he
levantado como estela será una casa de Dios.»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 90,1-2.3-4.14-15ab
R/. Dios mío,
confío en ti
Tú que habitas
al amparo del Altísimo,
que vives a la
sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío,
confío en ti.» R/.
Él te librará
de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con
sus plumas,
bajo sus alas
te refugiarás. R/.
«Se puso junto
a mí: lo libraré;
lo protegeré
porque conoce mi nombre,
me invocará y
lo escucharé.
Con él estaré
en la tribulación.» R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (9,18-26):
En aquel
tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él
y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y
vivirá.»
Jesús lo
siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre
desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto,
pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se
volvió y, al verla, le dijo: «¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel
momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a
casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de
él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se
puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Palabra del
Señor
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