Jueves, 11 de agosto de 2016
Primera lectura
Lectura de la profecía de
Ezequiel (12,1-12):
Me vino esta
palabra del Señor: «Hijo de Adán, vives en la casa rebelde: tienen ojos para
ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; pues son casa rebelde. Tú,
hijo de Adán, prepara el ajuar del destierro y emigra a la luz del día, a la
vista de todos; a la vista de todos, emigra a otro lugar a ver si lo ven; pues
son casa rebelde. Saca tu ajuar, como quien va al destierro, a la luz del día,
a la vista de todos, y tú sal al atardecer, a la vista de todos, como quien va
al destierro. A la vista de todos, abre un boquete en el muro y saca por allí
tu ajuar. Cárgate al hombro el hatillo, a la vista de todos, sácalo en la
oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra, porque hago de ti una señal
para la casa de Israel.»
Yo hice lo que
me mandó: saqué mi ajuar como quien va al destierro, a la luz del día; al
atardecer, abrí un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad, me cargué al
hombro el hatillo, a la vista de todos.
A la mañana
siguiente, me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, ¿no te ha preguntado
la casa de Israel, la casa rebelde, qué es lo que hacías? Pues respóndeles:
"Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y
por toda la casa de Israel que vive allí." Di: "Soy señal para
vosotros; lo que yo he hecho lo tendrán que hacer ellos: irán cautivos al
destierro. El príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el hatillo,
abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad y se
tapará la cara para que no lo reconozcan."»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 77,56-57.58-59.61-62
R/. No
olvidéis las acciones de Dios
Tentaron al
Dios Altísimo
y se
rebelaron, negándose a guardar sus preceptos;
desertaron y
traicionaron como sus padres,
fallaron como
un arco engañoso. R/.
Con sus
altozanos lo irritaban,
con sus ídolos
provocaban sus celos.
Dios lo oyó y
se indignó,
y rechazó
totalmente a Israel. R/.
Abandonó sus
valientes al cautiverio,
su orgullo a
las manos enemigas;
entregó su
pueblo a la espada,
encolerizado
contra su heredad. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (18,21–19,1):
En aquel
tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende,
¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le
contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a
propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar
las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que
debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo
vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara
así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten
paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel
empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado
aquel encontró a uno de sus compañeros que le debla cien denarios y,
agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El
compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia
conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel
hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron
consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor
lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné
porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero,
como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los
verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre
del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó
Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro
lado del Jordán.
Palabra del
Señor
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