Domingo, 7 de agosto de 2016
Primera lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (18,6-9):
La noche de la
liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran
ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban. Tu pueblo esperaba
ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables, pues con una
misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas, llamándonos a ti. Los
hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común
acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios
en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos
tradicionales.
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 32,1.12.18-19.20.22
R/. Dichoso el
pueblo que el Señor se escogió como heredad
Aclamad,
justos, al Señor,
que merece la
alabanza de los buenos.
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que
él se escogió como heredad. R/.
Los ojos del
Señor están puestos en sus fieles,
en los que
esperan en su misericordia,
para librar
sus vidas de la muerte
y reanimarlos
en tiempo de hambre. R/.
Nosotros
aguardamos al Señor:
él es nuestro
auxilio y escudo;
que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo
esperamos de ti. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los
Hebreos (11,1-2.8-19):
La fe es la
garantía de las cosas que se esperan, la prueba de aquellas que no se ven. Por
ella recibieron testimonio de admiración los antiguos. Por la fe Abrahán,
obedeciendo la llamada divina, partió para un país que recibiría en posesión, y
partió sin saber a dónde iba. Por la fe vino a habitar en la tierra prometida
como en un país extranjero, viviendo en tiendas de campaña, con Isaac y Jacob,
herederos con él de la misma promesa. Porque él esperaba la ciudad de sólidos
cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe recibió también
Sara el poder de concebir, fuera de la edad propicia, porque creyó; en la
fidelidad de aquel que se lo había prometido. Precisamente por esto, de un solo
hombre, ya casi muerto, nació una descendencia tan numerosa como las estrellas
del cielo y como los incontables granos de arena que hay en las playas del mar.
Todos éstos murieron en la fe sin haber obtenido la realización de las
promesas, pero habiéndolas visto y saludado de lejos y reconociendo que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Ahora bien, aquellos que hablan así
demuestran claramente que buscan la patria. Y si ellos hubiesen pensado en
aquella de la que habían salido, hubiesen tenido oportunidad para volver a
ella. Ellos, en cambio, aspiraban a una patria mejor, es decir, celeste. Por
eso Dios no se avergüenza de ellos, de llamarse «su Dios», porque les ha
preparado una ciudad. Por la fe Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac; e
inmolaba a su hijo único a aquel que había recibido las promesas, a aquel de
quien le había sido dicho: De Isaac saldrá una descendencia que llevará tu
nombre. Porque pensaba que Dios tiene poder incluso para resucitar a los
muertos. Por eso recobró a su hijo. Esto es un símbolo para nosotros.
Palabra de
Dios
Evangelio
Evangelio según san Lucas
(12,32-48), del domingo, 7 de agosto de 2016
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Lectura del santo
evangelio según san Lucas (12,32-48):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro
Padre ha tenido a bien daros el reino. Vended vuestros bienes y dad limosna;
haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo,
adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro
tesoro allí estará también vuestro corazón. Tened ceñida la cintura y
encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor
vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a
quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá,
los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o
de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos. Comprended que si supiera el
dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo
mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el
Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó:
«Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le
respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto
al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso
el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro
que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa:
"Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las
muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día
y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los
que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto
a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo
digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá;
al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
Palabra del
Señor
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