Lunes, 9 de octubre de 2017
Primera lectura
Comienzo de la profecía de
Jonás (1,1–2,1.11):
Jonás, hijo de
Amitai, recibió la palabra del Señor: «Levántate y vete a Nínive, la gran
ciudad, y proclama en ella: "Su maldad ha llegado hasta mí."» Se
levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un
barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos
a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el
mar, y se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de
naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los
pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo
hondo de la nave, dormía profundamente.
El capitán se
le acercó y le dijo: «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se
compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
Y decían unos
a otros: «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta
calamidad.»
Echaron
suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron: «Dinos, ¿por qué nos
sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu
país? ¿De qué pueblo eres?»
Él les
contestó: «Soy un hebreo; adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la
tierra firme.»
Temieron
grandemente aquellos hombres y le dijeron: «¿Qué has hecho?» Pues comprendieron
que huía del Señor, por lo que él había declarado.
Entonces le
preguntaron: «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?» Porque el
mar seguía embraveciéndose.
Él contestó:
«Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se aplacará; pues sé que por mi culpa
os sobrevino esta terrible tormenta.»
Pero ellos
remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose.
Entonces invocaron al Señor, diciendo: «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa
de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Tú eres el
Señor que obras como quieres.»
Levantaron,
pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su cólera. Y temieron mucho
al Señor aquellos hombres. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron
votos. El Señor envió un gran pez a que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en
el vientre del pez tres días y tres noches seguidas. El Señor dio orden al pez,
y vomitó a Jonás en tierra firme.
Palabra de
Dios
Salmo
Jon 2,3.4.5.8
R/. Sacaste mi
vida de la fosa, Señor
En mi
aflicción clamé al Señor
y me atendió;
desde el
vientre del abismo pedí auxilio,
y escuchó mi
clamor. R/.
Me arrojaste a
lo profundo en alta mar,
me rodeaban
las olas,
tus corrientes
y tu oleaje
pasaban sobre
mí. R/.
Yo dije: «Me
has arrojado de tu presencia;
quién pudiera
ver de nuevo tu santo templo.» R/.
Cuando se me
acababan las fuerzas
me acordé del
Señor;
llegó hasta ti
mi oración,
hasta tu santo
templo. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel
tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a
prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo:
«¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas
tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo:
«Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el
maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi
prójimo?»
Jesús dijo:
«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo
desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por
casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio
un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde
estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas,
echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a
una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero,
le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la
vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que
cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó:
«El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús:
«Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del
Señor
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