MARTES DE LA VIGÉSIMA
QUNITA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Libro de Esdras
6,7-8.12b.14-20.
Dejen trabajar
en esa Casa de Dios al comisionado de Judea y a los ancianos de los judíos. Que
se reconstruya esa Casa de Dios en el mismo sitio.
Estas son mis
órdenes acerca de la conducta que ustedes deben observar frente a los ancianos
de los judíos, para la reconstrucción de esa Casa de Dios: los gastos que ellos
hagan serán pagados totalmente y sin interrupción de los fondos reales,
utilizando los impuestos percibidos en la región del otro lado del Eufrates.
¡Que el Dios
que ha establecido allí su Nombre destruya a cualquier rey o pueblo que intente
transgredir esta orden, destruyendo esa Casa de Dios que está en Jerusalén! Yo,
Darío, he promulgado este decreto. Que sea cumplido estrictamente".
Los ancianos
de los judíos llevaron adelante la obra, bajo el impulso del profeta Ageo y de
Zacarías, hijo de Idó. Así terminaron la construcción, conforme a la orden del
Dios de Israel y a los decretos de Ciro y Darío.
La Casa fue
concluida el día veintitrés del mes de Adar, en el sexto año del reinado de
Darío.
Todos los
israelitas - los sacerdotes, los levitas, y el resto de los repatriados -
celebraron alegremente la Dedicación de esta Casa de Dios.
Para su
Dedicación, ofrecieron cien novillos, doscientos carneros y cuatrocientos
corderos. Además, ofrecieron doce chivos, según el número de tribus de Israel,
como sacrificio por el pecado de todo el pueblo.
Después
establecieron a los sacerdotes según sus categorías y a los levitas según sus
clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de
Moisés.
Los
repatriados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes.
Como todos los
levitas se habían purificado, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para
todos los que habían vuelto del destierro, para sus hermanos los sacerdotes y
para ellos mismos.
Salmo
122(121),1-2.3-4a.4b-5.
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la
Casa del Señor!»
Nuestros pies
ya están pisando
tus umbrales,
Jerusalén.
Jerusalén, que
fuiste construida
como ciudad
bien compacta y armoniosa.
Allí suben las
tribus,
las tribus del
Señor.
Porque allí
está el trono de la justicia,
el trono de la
casa de David.
Evangelio según San Lucas
8,19-21.
Su madre y sus
hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le
anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren
verte".
Pero él les
respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de
Dios y la practican".
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