MARTES, 10 DE MAYO DE 2016
PRIMERA LECTURA
LECTURA DEL LIBRO DE LOS
HECHOS DE LOS APÓSTOLES (20,17-27):
En aquellos
días, desde Mileto, mandó Pablo llamar a los presbíteros de la Iglesia de
Éfeso.
Cuando se
presentaron, les dijo: «Vosotros sabéis que todo el tiempo que he estado aquí,
desde el día que por primera vez puse pie en Asia, he servido al Señor con toda
humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las maquinaciones de los
judíos. Sabéis que no he ahorrado medio alguno, que os he predicado y enseñado
en público y en privado, insistiendo a judíos y griegos a que se conviertan a
Dios y crean en nuestro Señor Jesús. Y ahora me dirijo a Jerusalén, forzado por
el Espíritu. No sé lo que me espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de
ciudad en ciudad, me asegura que me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me
importa la vida; lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el
encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia
de Dios. He pasado por aquí predicando el reino, y ahora sé que ninguno de
vosotros me volverá a ver. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la
suerte de nadie: nunca me he reservado nada; os he anunciado enteramente el
plan de Dios.»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 67,10-11.20-21
R/. Reyes de
la tierra, cantad a Dios
Derramaste en
tu heredad,
oh Dios, una
lluvia copiosa,
aliviaste la
tierra extenuada
y tu rebaño
habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios,
preparó para los pobres. R/.
Bendito el
Señor cada día,
Dios lleva
nuestras cargas,
es nuestra
salvación.
Nuestro Dios
es un Dios que salva,
el Señor Dios
nos hace escapar de la muerte. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Juan (17,1-11a):
En aquel
tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora,
glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le
has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la
vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me
encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo
tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los
hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y
ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste
procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y
ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han
creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino
por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío;
y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están
en el mundo, mientras yo voy a ti.»
Palabra del
Señor
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