SÁBADO DE LA TRIGÉSIMA
PRIMERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Carta de San Pablo a los
Romanos 16,3-9.16.22-27.
Saluden a
Prisca y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús.
Ellos
arriesgaron su vida para salvarme, y no sólo yo, sino también todas las
iglesias de origen pagano, tienen con ellos una deuda de gratitud.
Saluden,
igualmente, a la Iglesia que se reúne en su casa. No se olviden de saludar a mi
amigo Epéneto, el primero que se convirtió a Cristo en Asia Menor.
Saluden a
María, que tanto ha trabajado por ustedes;
a Andrónico y
a Junia, mis parientes y compañeros de cárcel, que son apóstoles insignes y
creyeron en Cristo antes que yo.
Saluden a
Ampliato, mi amigo querido en el Señor;
a Urbano,
nuestro colaborador en Cristo, y también a Estaquis, mi querido amigo.
Salúdense
mutuamente con el beso de paz. Todas las Iglesias de Cristo les envían saludos.
Yo, Tercio,
que he servido de amanuense, los saludo en el Señor.
También los
saluda Gayo, que me brinda hospedaje a mí y a toda la Iglesia. Finalmente, les
envían saludos Erasto, el tesorero de la ciudad y nuestro hermano Cuarto.
¡Gloria a
Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio,
proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto
desde la eternidad
y que ahora se
ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y
según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para
llevarlas a la obediencia de la fe.
¡A Dios, el
único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.
Salmo
145(144),2-3.4-5.10-11.
Señor, día
tras día te bendeciré,
y alabaré tu
Nombre sin cesar.
¡Grande es el
Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es
insondable!
Cada
generación celebra tus acciones
y le anuncia a
las otras tus portentos:
ellas hablan
del esplendor de tu gloria,
y yo también
cantaré tus maravillas.
Que todas tus
obras te den gracias, Señor,
y tus fieles
te bendigan;
que anuncien
la gloria de tu reino
y proclamen tu
poder.
Evangelio según San Lucas
16,9-15.
Jesús decía a
sus discípulos:
"Gánense
amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte,
ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel
en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco,
también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no
son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
Y si no son
fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún
servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o
bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede
servir a Dios y al Dinero".
Los fariseos,
que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús.
El les dijo:
"Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus
corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta
despreciable para Dios."
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