TRIGÉSIMO PRIMERO DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO
Libro de la Sabiduría
11,22-26.12,1-2.
El mundo
entero es delante de ti como un grano de polvo que apenas inclina la balanza,
como una gota de rocío matinal que cae sobre la tierra.
Tú te
compadeces de todos, porque todo lo puedes, y apartas los ojos de los pecados
de los hombres para que ellos se conviertan.
Tú amas todo
lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras
odiado algo, no lo habrías creado.
¿Cómo podría
subsistir una cosa si tú no quisieras? ¿Cómo se conservaría si no la hubieras
llamado?
Pero tú eres
indulgente con todos, ya que todo es tuyo, Señor que amas la vida,
porque tu
espíritu incorruptible está en todas las cosas.
Por eso
reprendes poco a poco a los que caen, y los amonestas recordándoles sus
pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.
Salmo
145(144),1-2.8-9.10-11.13.14.
Te alabaré,
Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu
Nombre eternamente;
día tras día
te bendeciré,
y alabaré tu
Nombre sin cesar.
El Señor es
bondadoso y compasivo,
lento para
enojarse y de gran misericordia;
el Señor es
bueno con todos
y tiene
compasión de todas sus criaturas.
Que todas tus
obras te den gracias, Señor,
y tus fieles
te bendigan;
que anuncien
la gloria de tu reino
y proclamen tu
poder.
Tu reino es un
reino eterno,
y tu dominio
permanece para siempre.
El Señor es
fiel en todas sus palabras
y bondadoso en
todas sus acciones.
El Señor
sostiene a los que caen
y endereza a
los que están encorvados.
Segunda Carta de San Pablo
a los Tesalonicenses 1,11-12.2,1-2.
Pensando en
esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de
su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y
toda acción inspirada en la fe.
Así el nombre
del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la
gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Acerca de la
Venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, les rogamos,
hermanos,
que no se
dejen perturbar fácilmente ni se alarmen, sea por anuncios proféticos, o por
palabras o cartas atribuidas a nosotros, que hacen creer que el Día del Señor
ya ha llegado.
Evangelio según San Lucas
19,1-10.
Jesús entró en
Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un
hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver
quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja
estatura.
Entonces se
adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a
ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó
rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto,
todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un
pecador".
Pero Zaqueo
dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a
los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le
dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre
es un hijo de Abraham,
porque el Hijo
del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
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