Jueves, 1 de septiembre de 2016
Primera lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,18-23):
Que nadie se
engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio
para llegar a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante
Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia.» Y también: «El
Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos.» Así,
pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo,
Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro,
vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6
R/. Del Señor
es la tierra y cuanto la llena
Del Señor es
la tierra y cuanto la llena,
el orbe y
todos sus habitantes:
él la fundó
sobre los mares,
él la afianzó
sobre los ríos. R/.
¿Quién puede
subir al monte del Señor?
¿Quién puede
estar en el recinto sacro?
El hombre de
manos inocentes y puro corazón,
que no confía
en los ídolos. R/.
Ése recibirá
la bendición del Señor,
le hará
justicia el Dios de salvación.
Éste es el
grupo que busca al Señor,
que viene a tu
presencia, Dios de Jacob. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (5,1-11):
En aquel
tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios,
estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a
la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de
tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó
de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón
contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada;
pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a
la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron
señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se
acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto,
Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que
soy un pecador.»
Y es que el
asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada
de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de
Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a
Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron
las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del
Señor
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