Domingo, 4 de septiembre de 2016
Primera lectura
Lectura del libro de la
Sabiduría (9,13-18):
¿Qué hombre
conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? Los
pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son
falibles; porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre
abruma la mente que medita. Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo
encontramos lo que está a mano: pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quién conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo
espíritu desde él cielo? Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres,
los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 89
R/. Señor, tú
has sido nuestro refugio
de generación
en generación
Tú reduces el
hombre a polvo,
diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu
presencia
son un ayer,
que pasó;
una vela
nocturna. R/.
Los siembras
año por año,
como hierba que
se renueva:
que florece y
se renueva por la mañana,
y por la tarde
la siegan y se seca. R/.
Enséñanos a
calcular nuestros años,
para que
adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete,
Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión
de tus siervos. R/.
Por la mañana
sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra
vida será alegría y júbilo.
Baje a
nosotros la bondad del Señor
y haga
prósperas las obras de nuestras manos. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a Filemón (9b-10.12-17):
Yo, Pablo,
anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a
quien he engendrado en la prisión; te lo envió como algo de mis entrañas. Me
hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta
prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar
contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se
apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino
mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de
querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo,
recíbelo a él como a mí mismo.
Palabra de
Dios
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel
tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno se
viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos,
y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo
mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío. Así,
¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a
calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los
cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran,
diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de
acabar." ¿O que rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta
primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le
ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados
para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos
sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor
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