Sábado, 20 de agosto de 2016
Primera lectura
Lectura de la profecía de
Ezequiel (43,1-7a):
En aquellos
días, el ángel me condujo a la puerta oriental: vi la gloria del Dios de Israel
que venia de oriente, con estruendo de aguas caudalosas: la tierra reflejó su
gloria. La visión que tuve era como la visión que había contemplado cuando vino
a destruir la ciudad, como la visión que había contemplado a orillas del río
Quebar. Y caí rostro en tierra. La gloria del Señor entró en el templo por la
puerta oriental. Entonces me arrebató el espíritu y me llevó al atrio interior.
La gloria del Señor llenaba el templo.
Entonces oí a
uno que me hablaba desde el templo –el hombre seguía a mi lado–, y me decía:
«Hijo de Adán, éste es el sitio de mi trono, el sitio de las plantas de mis
pies, donde voy a residir para siempre en medio de los hijos de Israel.»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 84,9ab.10.11-12.13-14
R/. La gloria
del Señor habitará en nuestra tierra
Voy a escuchar
lo que dice el Señor:
«Díos anuncia
la paz a su pueblo y a sus amigos. »
La salvación
está ya cerca de sus fieles,
y la gloria
habitará en nuestra tierra. R/.
La
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y
la paz se besan;
la fidelidad
brota de la tierra,
y la justicia
mira desde el cielo. R/.
El Señor nos
dará la lluvia,
y nuestra
tierra dará su fruto.
La justicia
marchará ante él,
la salvación
seguirá sus pasos.R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (23,1-12):
En aquel
tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de
Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os
digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los
hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo
que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las
franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los
asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y
que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar
maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y
no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro
Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro
consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del
Señor
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