Martes, 30 de agosto de 2016
Primera lectura
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,10b-16):
El Espíritu lo
sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre,
sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo
de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un
Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que
tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos
verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje
que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando
realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta
lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de
percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En
cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él
no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor para poder
instruirlo?» Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 144, 8-9. 10-11.
12-13ab. 13cd-14
R/. El Señor
es justo en todos sus caminos
El Señor es
clemente y misericordioso,
lento a la
cólera y rico en piedad;
el Señor es
bueno con todos,
es cariñoso
con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus
criaturas te den gracias, Señor,
que te
bendigan tus fieles;
que proclamen
la gloria de tu reinado,
que hablen de
tus hazañas. R/.
Explicando tus
hazañas a los hombres,
la gloria y
majestad de tu reinado.
Tu reinado es
un reinado perpetuo,
tu gobierno va
de edad en edad. R/.
El Señor es
fiel a sus palabras,
bondadoso en
todas sus acciones.
El Señor
sostiene a los que van a caer,
endereza a los
que ya se doblan. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (4,31-37):
En aquel
tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la
gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
Había en la
sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces: «¿Qué
quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé
quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús le
intimó: «¡Cierra la boca y sal!»
El demonio
tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño.
Todos comentaban estupefactos: «¿Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad
y poder a los espíritus inmundos, y salen.»
Noticias de él
iban llegando a todos los lugares de la comarca.
Palabra del
Señor
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