Martes, 21 de junio de 2016
Primera lectura
Lectura del segundo libro
de los Reyes (19,9b-11.14-21.31-35a.36):
En aquellos
días, Senaquerib, rey de Asiria, envió mensajeros a Ezequías, para decirle:
«Decid a Ezequias, rey de Judá: "Que no te engañe tu Dios en quien
confías, pensando que Jerusalén no caerá en manos del rey de Asiria. Tú mismo
has oído hablar cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países,
exterminándolos, ¿y tú te vas a librar?"»
Ezequías tomó
la carta de mano de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la
desplegó ante el Señor y oró: «Señor, Dios de Israel, sentado sobre querubines;
tú solo eres el Dios de todos los reinos del mundo. Tú hiciste el cielo y la
tierra. Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira.
Escucha el mensaje que ha enviado Senaquerib para ultrajar al Dios vivo. Es
verdad, Señor: los reyes de Asiria han asolado todos los países y su
territorio, han quemado todos sus dioses, porque no son dioses, sino hechura de
manos humanas, leño y piedra, y los han destruido. Ahora, Señor, Dios nuestro,
sálvanos de su mano, para que sepan todos los reinos del mundo que tú solo,
Señor, eres Dios.»
Isaías, hijo
de Amós, mandó a decir a Ezequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "He
oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la palabra
que el Señor pronuncia contra él: Te desprecia y se burla de ti la doncella, la
ciudad de Sión; menea la cabeza a tu espalda la ciudad de Jerusalén. Pues de
Jerusalén saldrá un resto, del monte Sión los supervivientes. ¡El celo del
Señor lo cumplirá! Por eso, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: No
entrará en esta ciudad, no disparará contra ella su flecha, no se acercará con
escudo ni levantará contra ella un talud; por el camino por donde vino se
volverá, pero no entrará en esta ciudad –oráculo del Señor–. Yo escucharé a
esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi siervo.»
Aquella misma
noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta
y cinco mil hombres. Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se
volvió a Nínive y se quedó allí.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 47,2-3a.3b-4.10-11
R/. Dios ha
fundado su ciudad para siempre
Grande es el
Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad
de nuestro Dios.
Su monte
santo, altura hermosa,
alegría de
toda la tierra. R/.
El monte Sión,
vértice del cielo,
ciudad del
gran rey.
Entre sus
palacios, Dios
descuella como
un alcázar. R/.
Oh Dios,
meditamos tu misericordia
en medio de tu
templo:
como tu
renombre, oh Dios,
tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra
está llena de justicia. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (7,6.12-14):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No deis lo santo a los perros, ni les
echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para
destrozaros. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto
consiste la Ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la
puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por
ellos. ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida!
Y pocos dan con ellos.»
Palabra del
Señor
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