JUEVES DE LA SÉPTIMA
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Libro de Eclesiástico
5,1-10.
No te fíes de
tus riquezas ni digas: "Con esto me basta".
No dejes que
tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar según tus caprichos.
No digas:
"¿Quién podrá dominarme?", porque el Señor da a cada uno su merecido.
No digas:
"Pequé, ¿y qué me sucedió?, porque el Señor es paciente.
No estés tan
seguro del perdón, mientras cometes un pecado tras otro.
No digas:
"Su compasión es grande; él perdonará la multitud de mis pecados",
porque en él está la misericordia, pero también la ira, y su indignación recae
sobre los pecadores.
No tardes en
volver al Señor, dejando pasar un día tras otro, porque la ira del Señor
irrumpirá súbitamente y perecerás en el momento del castigo.
No te fíes de
las riquezas adquiridas injustamente: de nada te servirán en el día de la
desgracia.
No te dejes
llevar por todos los vientos ni vayas por cualquier camino: así obra el pecador
que habla con doblez.
Sé firme en
tus convicciones y que tu palabra sea una sola.
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el
hombre
que no sigue
el consejo de los malvados,
ni se detiene
en el camino de los pecadores,
ni se sienta
en la reunión de los impíos,
sino que se
complace en la ley del Señor
y la medita de
día y de noche!
El es como un
árbol
plantado al
borde de las aguas,
que produce
fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas
nunca se marchitan:
todo lo que
haga le saldrá bien.
No sucede así
con los malvados:
ellos son como
paja que se lleva el viento.
Porque el
Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino
de los malvados termina mal.
Evangelio según San Marcos
9,41-50.
Jesús dijo a
sus discípulos:
«Les aseguro
que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el
hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien
llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible
para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es
para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco,
que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es
para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la
Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es
para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo
en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,
donde el
gusano no muere y el fuego no se apaga.
Porque cada
uno será salado por el fuego.
La sal es una
cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que
haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».
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