Sábado, 9 de julio de 2016
Primera lectura
Lectura del libro de
Isaías (6,1-8):
El año de la
muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la
orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él, cada uno
con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el
cuerpo, con dos alas se cernían. Y se gritaban uno a otro, diciendo: «¡Santo,
santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!» Y
temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba
lleno de humo. Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios
impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis
ojos al Rey y Señor de los ejércitos.» Y voló hacia mí uno de los serafines,
con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó
a mi boca y me dijo: «Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu
culpa, está perdonado tu pecado.» Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?» Contesté: «Aquí estoy, mándame.»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 92
R/. El Señor
reina, vestido de majestad
El Señor
reina, vestido de majestad,
el Señor,
vestido y ceñido de poder. R/.
Así está firme
el orbe y no vacila.
Tu trono está
firme desde siempre,
y tú eres
eterno. R/.
Tus mandatos
son fieles y seguros;
la santidad es
el adorno de tu casa,
Señor, por
días sin término. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (10,24-33):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que su maestro, ni
un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro, y
al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto
más a los criados! No les tengáis miedo, porque nada hay cubierto que no llegue
a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de
noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la
azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el
alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden
un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo
sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la
cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre
vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo
también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante
los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del
Señor
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