miércoles, 4 de noviembre de 2015

Sábado de la trigésima semana del tiempo ordinario

Carta de San Pablo a los Romanos 11,1-2a.11-12.25-29.
Entonces me pregunto: ¿Dios habrá rechazado a su Pueblo? ¡Nada de eso! Yo mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín.
Dios no ha rechazado a su Pueblo, al que eligió de antemano. ¿Ustedes no saben acaso lo que dice la Escritura en la historia de Elías? El se quejó de Israel delante de Dios, diciendo:
Yo me pregunto entonces: ¿El tropiezo de Israel significará su caída definitiva? De ninguna manera. Por el contrario, a raíz de su caída, la salvación llegó a los paganos, a fin de provocar los celos de Israel.
Ahora bien, si su caída enriqueció al mundo y su disminución a los paganos, ¿qué no conseguirá su conversión total?
Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, a fin de que no presuman de ustedes mismos: el endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la totalidad de los paganos.
Y entonces todo Israel será salvado, según lo que dice la Escritura: De Sión vendrá el Libertador. El apartará la impiedad de Jacob.
Y esta será mi alianza con ellos, cuando los purifique de sus pecados.
Ahora bien, en lo que se refiere a la Buena Noticia, ellos son enemigos de Dios, a causa de ustedes; pero desde el punto de vista de la elección divina, son amados en atención a sus padres.
Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables.

Salmo 94(93),12-13a.14-15.17-18.
Feliz el que es educado por ti, Señor,
aquel a quien instruyes con tu ley,
para darle un descanso
después de la adversidad,

mientras se cava una fosa para el malvado.
Porque el Señor no abandona a su pueblo
ni deja desamparada a su herencia:
la justicia volverá a los tribunales

y los rectos de corazón la seguirán.
Si el Señor no me hubiera ayudado,
ya estaría habitando en la región del silencio.
Cuando pienso que voy a resbalar,

tu misericordia, Señor, me sostiene;

Evangelio según San Lucas 14,1.7-11.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
"Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú,
y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: 'Déjale el sitio', y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: 'Amigo, acércate más', y así quedarás bien delante de todos los invitados.

Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". 

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