SÁBADO DE LA VIGÉSIMA
QUNITA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
Libro de Zacarías
2,5-9.14-15a.
Yo levanté los
ojos, y tuve una visión: Había un hombre que tenía en la mano una cuerda de
medir.
Entonces le
pregunté: "¿A dónde vas?". El mes respondió: "Voy a medir
Jerusalén, para ver cuánto tiene de ancho y cuánto de largo".
Mientras el
ángel que hablaba conmigo estaba allí, otro ángel le salió a su encuentro
y le dijo:
"Corre, habla a ese joven y dile: Jerusalén será una ciudad abierta por la
gran cantidad de hombres y animales que habrá en ella.
Yo seré para
ella -oráculo del Señor- una muralla de fuego a su alrededor, y seré su Gloria
en medio de ella".
Grita de
júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti
-oráculo del Señor-.
Aquel día,
muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para él y habitarán
en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos!
Libro de Jeremías 31,10.11-12ab.13.
¡Escuchen,
naciones, la palabra del Señor,
anúncienla en
las costas más lejanas!
Digan: «El que
dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará
como un pastor a su rebaño.»
Porque el
Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió de
una mano más fuerte que él.
Llegarán
gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán hacia
los bienes del Señor.
Entonces la
joven danzará alegremente,
los jóvenes y
los viejos se regocijarán;
yo cambiaré su
duelo en alegría,
los alegraré y
los consolaré de su aflicción.
Evangelio según San Lucas
9,43b-45.
Mientras todos
se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
"Escuchen
bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
hombres".
Pero ellos no
entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían
comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
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