Viernes, 8 de julio de 2016
Primera lectura
Lectura de la profecía de
Oseas (14,2-10):
Así dice el
Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu
pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del
todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos
salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra
de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus
extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré
para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano.
Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el
Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como
la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los
ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí
proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo
entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los
pecadores tropiezan en ellos.»
Palabra de
Dios
Salmo
Sal 50
R/. Mi boca
proclamará tu alabanza, Señor
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa
compasión borra mi culpa;
lava del todo
mi delito,
limpia mi
pecado. R/.
Te gusta un
corazón sincero,
y en mi
interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el
hisopo: quedaré limpio;
lávame:
quedaré más blanco que la nieve. R/.
Oh Dios, crea
en mí un corazón puro,
renuévame por
dentro con espíritu firme;
no me arrojes
lejos de tu rostro,
no me quites
tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la
alegría de tu salvación,
afiánzame con
espíritu generoso.
Señor, me
abrirás los labios,
y mi boca
proclamará tu alabanza. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (10,16-23):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre
lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no
os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las
sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así
daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os
preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os
sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el
Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus
hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos
contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que
persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a
otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de
que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra del
Señor